Archiwum
- Index
- Charles R Cross Room Full of Mirrors A Biography of Jimi Hendrix (pdf)
- Charles Williams Hill Girl (1951) (pdf)
- Charles Boardman Hawes The Dark Frigate (pdf)
- Dickens Charles Opowieść wigilijna (pdf)
- Diana Palmer Panna z Charlestonu
- Charles Webb Absolwent
- Camp L. Sprague de & Carter Lin Conan Tom 25 Conan Bukanier
- Carter Ally Dziewczyny z Akademii Gallagera 01 Powiedziałabym ci, że cię kocham ale
- Nalo Hopkinson The New Moon's Arms
- Celmer Michelle Królewskie związki 02 Książę i sekretarka (Gorący Romans 893)
- zanotowane.pl
- doc.pisz.pl
- pdf.pisz.pl
- stemplofil.keep.pl
[ Pobierz całość w formacie PDF ]
estos maricas y ~ de ellos (su nombre era Avenida Manfred) tenía 33 años..., etc.,
etc., etc.
Estoy seguro de que no me hubieran dejado entrar en aquella cabina de cristal si
hubieran sabido lo que pensaba mientras miraba todas aquellas cartas. Todas me
parecían como viejas amigas.
Aun así, me hice un lío con algunas de mis orgías. IR¡@@ 94 ala primera vez.
Diez días más tarde, cuando volví, sabía 14 que haría cada uno con quién.
Conseguí el 100 por cien en 5 minutos.
Y recibí una carta de felicitación del Director General de Correos de la ciudad.
18
Poco después de eso me hice regular y eso me supuso un horario de 8 horas por
noche, que era bastante diferente a 12, y además vacaciones con paga. De las 150
o 200 que habíamos entrado, sólo quedábamos dos.
Entonces conocí en la estafeta a David Janko. Era un joven blanco de veintipocos
años. Cometí el error de mencionarle algo sobre música clásica. Yo solía refugiarme
en la música clásica porque era la única casa que podía escuchar mientras bebía
cerveza en la cama por la mañana temprano. Si la escuchas mañana tras mañana
te haces capaz de recordar cosas. Y cuando Joyce se divorció de mí, yo me había
guardado por error dos volúmenes de Las vidas de los compositores clásicos y
modernos en una de mis maletas. La mayoría de las vidas de estos hombres habían
sido tan tortuosas y sufridas que yo disfrutaba leyendo sobre ellas, pensando,
bueno, yo también estoy en el infierno y ni siquiera puedo escribir música.
Pero tuve que abrir la boca. Janko y otro tío estaban discutiendo y yo acabé con la
discusión diciéndoles la fecha de nacimiento de Beethoven, cuándo había
compuesto la Tercera Sinfonía y una idea generalizada (en tanto que confusa)
sobre lo que los críticos opinaban de esta sinfonía.
Era demasiado para Janko. Inmediatamente me tomó equivocadamente por una
persona instruida. Se sentaba en el taburete de al lado y empezaba a quejarse y a
gimotear, noche tras noche, a cuál más larga, sobre la miseria que carcomía
profundamente su atormentada alma. Tenia una voz terriblemente chillona y quería
que todo el mundo le oyese. Yo distribuía las cartas y escuchaba, escuchaba,
escuchaba, pensando: ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo conseguir que este hijo de
puta chiflado se calle?
Me iba todas las noches a casa mareado y enfermo. Me estaba matando con el
sonido de su voz.
19
Yo empezaba a las 6:18 de la tarde y Dave Janko no empezaba hasta las 10:36, así
que podía haber sido peor. Como tenía a las 10:06 un descanso de media hora para
cenar, volvía a mi puesto normalmente en el momento en que él entraba. Entraba
directamente buscando un taburete a mi lado. Janko, además de dárselas de mente
elevada, se las daba de gran conquistador. Según él, era asaltado en los portales
por hermosas jóvenes, que le seguían por las calles. No le dejaban descansar, al
pobre. Pero yo nunca le vi hablar con una sola mujer en el trabajo. Ellas tampoco le
hablaban.
Llegaba:
-¡EH, HANK! ¡VAYA MAMADA QUE ME HAN HECHO HOY!
No hablaba, aullaba. Aullaba toda la noche.
-¡CRISTO, SE ME HA COMIDO ENTERO! ¡Y ERA JOVEN! ¡PERO ERA REALMENTE UNA
PROFESIONAL!
Yo encendía un cigarrillo.
Entonces tenia que oír toda la historia sobre cómo se habían conocido.
- TUVE QUE SALIR A COMPRAR UN POCO DE PAN, ¿SABES?
Entonces, desde el primer al último detalle de lo que ella había dicho, lo que él
había dicho, lo que habían hecho, etc.
Por aquella época salió una ley que obligaba a la Oficina de Correos a pagar a los
empleados auxiliares el tiempo que trabajaban más la mitad. Por lo tanto, la Oficina
de Correos nos cargaba esa mitad más de tiempo a los empleados regulares.
Ocho o diez minutos antes de acabar mi jornada, a las 2:48, aparecía un mensajero
-¡Atención por favor! ¡Todos los empleados regulares que hayan entrado a las 6:18
de la tarde tienen que trabajar una hora extra!
Janko sonreía, se inclinaba y vertía algo más de su ponzoña sobre mi.
Entonces, 8 minutos antes de que acabara mi novena hora, el mensajero entraba
de nuevo.
-¡Atención, por favor! ¡Todos los regulares que hayan entrado a las 6:18 de la tarde
han de trabajar dos horas extra!
Entonces, 8 minutos antes de que acabara mi décima hora:
-¡Atención por favor! ¡Todos los empleados regulares que hayan entrado a las 6:18
de la tarde han de trabajar 3 horas extra!
Mientras tanto, Janko no paraba ni un momento.
[ Pobierz całość w formacie PDF ]